Vídeo HD, sonido estéreo, 20:55 min
A finales de 2016, un gran rebaño de renos fue alcanzado por un rayo en la meseta montañosa de Hardangervidda, en el sur de Noruega. Un día después llegó Julius von Bismarck para visitar sus cadáveres. Los tristes trofeos de su viaje son 130 puntas de cornamenta recogidas in situ. Montadas individualmente en varillas de acero inoxidable de una altura aproximada a la de la cabeza de un reno, las astas de diferentes tamaños y formas son un monumento a la implacable brutalidad de la naturaleza.
Hablando con el trueno confronta el dogma occidental de la naturaleza como dominio de la inocencia necesitado de protección con una imagen opuesta de la naturaleza como deidad castigadora, una fuerza que invariablemente devasta, que exige ser apaciguada y venerada. En el norte de Colombia, una región de frecuentes e intensas tormentas eléctricas, el artista conoció a un chamán llamado Taita, del pueblo Wiwa, superviviente de un rayo que mató a once miembros de su comunidad. Como es habitual en las cosmologías indígenas de las Américas, los Wiwa hablan del trueno como de una persona.
Desde que le cayó un rayo mientras acampaba en su coche, hace años, Bismarck ha intentado domar los rayos. Viajó a un laboratorio de investigación atmosférica en Nuevo México, a una base de la Marina en Florida y visitó una zona remota de Venezuela donde se producen tormentas eléctricas especialmente frecuentes una y otra vez. Con una cámara a cámara lenta, filmó intensas tormentas eléctricas: los relámpagos perforan el cielo, las plantas se balancean pesadamente bajo la tormenta, borbotones de lluvia azotan la superficie de un lago. Estas grabaciones mudas se han ambientado con una partitura del artista que imita los sonidos de la lluvia, la tormenta y el viento.
La corriente eléctrica entre el suelo y el cielo puede medirse. Si es especialmente alta, se puede provocar una descarga eléctrica construyendo un puente, por ejemplo, en forma de hilo de cobre hilado con Kevlar disparado al cielo por un cohete de sondeo. En un pueblo de pescadores en medio de la selva venezolana, tras muchos experimentos, Bismarck consiguió capturar varios rayos y guiarlos hacia el suelo. En una serie de fotografías que muestran el rayo golpeando palmeras, plantas tropicales y el lago, el propio rayo se hace casi tangible como objeto escultórico.
Cineteca Nacional, Centro Cultural La Moneda.