16 Bienal de Artes Mediales de Santiago

Curatoría

Este año, cuando celebramos los 30 años de la Bienal de Artes Mediales, y paralelamente se cumplen 50 años del golpe civil-militar ocurrido en Chile, es posible percibir la necesidad de profundizar y reflexionar sobre la noción de una memoria de trascendencia, una que sea capaz de hilar los distintos nodos que conforman el pasado, presente y futuro. Sin embargo, el ruido ambiental, visual y corpóreo de nuestra vida cotidiana han imposibilitado el reconocimiento de una serie de voces, narrativas, testimonios, recuerdos, anhelos, posibilidades, símbolos y guías provenientes de la ciudadanía, las cuales buscan reparación y diálogo.

De esta forma, en el marco de sus 30 años de existencia, esta Bienal buscó re-descubrir el mundo del silencio en todas sus manifestaciones. Para ello, tomó como punto de inicio la sección V del poema La tierra Baldía: «Lo que dijo el trueno» de T.S. Eliot, cuyas palabras indagan en la trascendencia de lo humano, el sentido de la vida y la decadencia de una sociedad; también sobre la desaparición del mundo producto de la ausencia de una espiritualidad simbolizada por el agua y el trueno. En este sentido, el fenómeno físico del trueno se manifiesta como una irrupción. El eco de la voz del trueno, en el poema de Eliot, nos persigue desde hace cien años y más, y surgen las preguntas: ¿existe realmente el silencio? ¿Qué pasa si entendemos el silencio como un fenómeno autónomo?

Los artistas que conformaron Trueno nos invitaron a indagar —desde el lenguaje que posibilita los nuevos medios y las prácticas audiovisuales—, en lo que sucede después de esa gran irrupción de sonido, ese momento de silencio ensordecedor que nos hace sentir pequeños ante la sonoridad grandiosa de la naturaleza, un silencio profundo que demanda una pausa, una introspección, un respiro antes de tomar acción o realizar un movimiento. Nos invitan a sumergirnos en este espaciotiempo que genera el silencio, a habitarlo no como un lugar que significa el no-pronunciamiento, sino como lugar que invoca a un momento de escucha, de atención, de remembranza, de sueño y de observación en una sociedad marcada por cambios continuos e insondables.

A lo largo de dos meses, se extendió la invitación a formar parte de visionados de videoarte, interactuar con obras que toman diversas formas, ser parte de talleres, sesiones de escucha, performances y conciertos, así como conocer o reconectar con la historia de la Bienal. Las distintas obras, instalaciones, conciertos audiovisuales, derivas, talleres y experiencias sonoras aparecieron y desaparecieron, como una tormenta de truenos y relámpagos, en intervalos más cortos o largos. Estas visualidades y sonidos se manifiestan como una luz que luego dejan un silencio que permanece en nuestros pensamientos y que a su vez nos mantiene expectantes de lo que está por venir.

Maya Errázuriz y Ricardo Loebell

CURADORES

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